hace 3 días - Larry Walker y Andrés Galarraga fueron compañeros en Colorado, miembros de aquel casi mítico grupo de bombarderos que ganó fama.
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Resultados de la Web
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Walker, sin embargo, logró ubicarse más arriba que él en los registros de las Mayores.
El primer contraste es claro: la prueba de los promedios. El nivel de excelencia en average es .300, así como es .400 el grado elitesco en promedio de embasado y es .500 la marca que en el slugging distingue a los grandes aporreadores. En ese mismo balance, todo OPS por arriba de .900 es brillante. Esto, que es un simple ABC, sirve para evaluar una temporada y también una carrera toda.
Los promedios de Walker fueron .313/.400/.565/.965. Eso es excelencia pura, en cada una de las áreas. Excelencia en el contacto, en la habilidad para ponerse en circulación y para sonar extrabases.
Galarraga se retiró con .288/.347/.499/.846. Entre criollos fue notable. Ratificó su lugar como el mejor artillero nativo en el siglo XX. Fue necesario que llegara la generación de Abreu, Magglio Ordóñez y finalmente Miguel Cabrera, para que sus hazañas empezaran a resultarnos relativamente comunes en la expedición nacional, que ha seguido creciendo gracias a los bates de José Altuve, Eugenio Suárez, Ronald Acuña Jr., Gleyber Torres y tantos más.
Ya esa sola comparación demuestra por qué Walker sí y el gigante de Chapellín no. El de Caracas fue un gran bateador. Pero el de Maple Ridge tuvo la consistencia de los más grandes de las últimas décadas.
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