Soñé con ser cocinero desde niño, cuando jugaba a hacer galletas de mantequilla con la receta escrita a mano de la abuela Genoveva, o cuando convertía mi cuarto en un chifa imaginario en el que yo era cocinero, mozo y comensal a la vez.
Lo que jamas imagine es que un dia, un carrito sanguchero travieso y espontáneo, seria una de las herramientas mas valiosas que me dio la vida, para difundir el trabajo de admirables cocineras y cocineros peruanos.
Fue gracias a aquel carrito con el que llegaba a parques y plazas a cocinar recetas inspiradas en los recorridos del programa aventura culinaria, que pude contar la historia de miles de compatriotas que se jugaban la vida a diario, intentado llevar un momento de alegria a sus comensales con sus platos.
Una aventura culinaria que al comienzo imaginamos duraría solo 30 capitulos que narrarían la historia de la cocina peruana a traves de los cocineros, agricultores, pescadores, empresarios que la hacían posible, intentando contar sus historias de vida de la forma mas genuina, a veces desde la nostalgia, desde el dolor desde la alegria.
Al final, el programa duro 20 años, e hicimos mas de 500 aventuras culinarias, que surgían y surgían porque siempre, cuando parecía que todo ya habia sido contado, aparecían nuevos productos que revelar, nuevos platos que difundir, y sobretodo nuevos personajes a quienes reivindicar, alentar, reconocer ante una audiencia que conectaba con ellos y los aplaudía, acudiendo al dia siguiente a saborear sus platos.
Fue en una de esas aventuras que llegue por primera vez al hermoso Lambayeque.
Una tierra que luce orgullosa sus miles de años de antigüedad, desde aquellos tiempos de gloria y refinamiento de la cultura mochica, hasta la diversidad cultural nuestros días. Y luce mas orgullosa aun, una cocina lambayecana que supo abrazar desde siempre los productos que sus tierras y mares ofrecen, con ese sentimiento lambayecano que celebra sus tradiciones con amor.
Fruto de ello es ese vasto repertorio de platos que el pueblo lambayecano celebra con alegria. Cebiches, espesados, secos, tortillas, arroces, guisos, sopas y caldos que cuando uno los prueba por primera vez, queda atrapado bajo el hechizo y la sazon del mítico Naylamp.
Platos que al llegar a Lambayeque, pude descubrir a travez de una dama honorable de elegantísima sencillez y sazon mágica, que desde 1975, intentaba preservar los platos heredados de su amada tierra. Doña Juana Zunini Chira, cocinera fundadora de su sueño hecho restaurante , el cantaro.
Alli entre pepianes de pava en punto de garbanzo y mani, espesados, chinguiritos, chirimpicos, manias, migaditos, rayas y un arroz arvejado con carne seca inolvidable, pude descubrir a la cocinera dotada de talento y sobretodo a la peruana orgullosa de su tierra, de su historia, de su familia y de sus hijos, como Agustin, el mismo que hoy preside la sociedad gastronómica de lambayeque, que al igual que la arequipeña, tiene como misión difundir la gastronomía lambayecana para con ello difundir y promover el desarrollo de su región, algo urgente en estos tiempos tan difíciles.
Si tienen en sus planes viajar por el Peru cuando todo mejore, cuando podamos volver a abrazarnos, cuando la alamedas, las plazas y las avenidas se vuelvan a abrir, no se olviden de visitar Lambayeque y a a familia Jordan Zunini y asi disfrutar de una de las mas importantes cocinas regionales del Peru y el mundo.
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