Rubén Blades, a sus 76 años, ofreció anoche en Miami un concierto inolvidable.
Derrochó sus éxitos uno tras otro: “Paula C”, “Decisiones”, “Sin tu cariño”, “Juan Pachanga”, “El padre Antonio y su monaguillo Andrés”…
Otro momento memorable fue el homenaje a Héctor Lavoe, cuando interpretó “El Cantante”, que él escribió para sí, pero que Willie Colón -con su gran olfato- lo convenció de entregársela a Lavoe.
También le rindió homenaje a su maestro Cheo Feliciano con un bolero exquisito. Y confesó que, en sus inicios, trató de imitarlo descaradamente.
Si algo ha sabido hacer Rubén Blades a lo largo de su carrera es ponerle música a las urgencias del continente. De su nuevo disco, Fotografías, cantó “El Emigrante”. Una canción que es un espejo de todos los que tuvimos que dejar atrás el país. Su estribillo es un mantra colectivo: “Yo no me fui porque sí, la situación me obligó”.
Para cerrar el concierto, eligió su pieza maestra: “Pedro Navaja”, la canción que sacó al género de las pistas de baile para meterlo de lleno en la crónica urbana y social de América Latina.
Imposible mejor noche.
Gracias, Rubén, por haber cultivado magníficamente el arte de cantar verdades.
Gracias por tanto.
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